Como en los ecosistemas que habitamos, la asociación de lo diverso nos enriquece profundamente permitiendo construir caminos comunes hacia lo nuevo. Como agrupación sentimos la necesidad de tomar las palas y empezar a caminar construyendo en conjunto con los pueblos que tras milenios de conocimiento, ya saben como vivir dignamente. Tenemos conciencia del desgarro que el capital está dejando en la historia de todos y todas, y reconocemos en ello la necesidad de re-tejer la ancestralidad que nos han robado para hacerla mercancía. Hoy la queremos como vida digna, como buen vivir, kume mognen, suma qamaña, lo común, o como se le quiera llamar.
La destrucción a la cual nos sometemos todas las especies a diario por la producción agrotóxica capitalista de alimentos nos destruye también como pueblo, como tejido. Nos enseñan a trabajar individualmente y llenos de tecnologías que solo concentran más la riqueza y la destrucción. Así también hemos visto en los últimos 100 años desaparecer millones de hectáreas de bosques nativos que albergaron durante milenios importantes fuerzas, conocimientos, alimentos, materiales, y pueblos, para ser reemplazados por fábricas extractivistas de árboles. Hacia el norte vemos tajeada la tierra para robar los fluidos que han demorado eones en existir… en fin, todo ello bajo la bandera del “desarrollo”, y el “progreso” extractivista que no es más que para una pequeña clase dominante.
En la práctica y humildemente consideramos el trabajo con y en la tierra, el primer espacio a recuperar. Por ello impulsamos la asociación en el trabajo agrícola buscando recuperar el saber social y espiritual ancestral en el trabajo, e incorporando nuevas experiencias que permiten mejorar la salud de la mapu, buscando con ello impulsar la capacidad autogestiva de los grupos humanos.
Como pueblo, estamos en erupción. Pero necesitamos hacernos pueblo juntos.